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Location: Caracas, Venezuela

Antropólogo

Sunday, July 23, 2006

El Llano de los Pumé


El espacio llanero está constituido por un extenso territorio de setecientos mil kilómetros cuadrados, repartidos entre Venezuela y Colombia. Desde la implantación de la sociedad colonial, se ha convertido en un espacio de refugio para los segregados de los espacios de poder: indígenas que huían de las encomiendas, negros cimarrones y blancos al margen de la ley. Allí se arrochelaron para dar origen al llanero. Ese espacio llanero, en el caso venezolano que nos atañe estaba ocupado por comunidades en el pie de monte andino por grupos Caquetíos pertenecientes a los Arawacos occidentales. Que ocuparon el territorio al pie de la Cordillera Andina y Cordillera de la Costa. A ellos se les atribuye la construcción de Calzadas que se encuentran dispersas en Apure y Barinas, constituyendo un valioso aporte tecnológico de las culturas indígenas. Son especies de lomos de perro o camellones de tierra compactada que pueden alcanzar varios kilómetros de longitud.

Generalmente cruzan las sabanas bajas inundables, pudiendo ir de una altura desde unos centímetros hasta cuatro o más metros. Su anchura varía entre los cuatro y los doce metros. Se infiere al observar los restos de esa compleja red de calzadas que surgieron de la necesidad de controlar el torrente de aguas que bajaba de la cordillera que inundaban periódicamente las sabanas llaneras, que hacían imposible la agricultura durante una prolongada época del año. Lisandro Alvarado las define como "diques de control de las aguas".

En esta zona al pie de la cordillera andina barinesa en las zonas de Curbatí, Las Lajitas, Bum Bum, La Acequia , Capitanejo, Santa Barbara se localizan dispersos gran cantidad de petroglífos cercanos a las corrientes fluviales, o dentro de los cauces de éstos. Predominan las figuras zoomorfas, antropomorfas, geométricas, siderales, que se repiten en los diferentes testimonios dejados por nuestros remotos antepasados en varias partes del planeta.

En la parte baja del llano en lo que se conoce geográficamente como el bolsón de Apure, zona donde se embotellan las aguas esperando su ingreso al río Apure se localizan los campos elevados. La arqueóloga Alberta Zuchi no refiere lo siguiente: La mayoría de ellos tiene la forma de camellón alargado.La altura es variable y puede oscilar desde pocos centímetros hasta dos metros. Su longitud es variable entre unos pocos metros hasta más de un kilómetro y su anchura entre dos y veinte metros aproximadamente. Algunos campos elevados cumplían funciones de retención de humedad e irrigación. Las funciones no hidráulicas de los campos elevados incluyen: La concentración de la capa superficial de humus y la incorporación a los camellones del limo de los canales y más facilidad para la eliminación de las malezas. En la época de inundaciones cuando estas tierras ubicadas por debajo de los ochenta metros del nivel del mar los indígenas mudaban su casa de habitación y cultivos para estos campos elevados.
Después que se retiraban las aguas aprovechaban la fertilidad aluvial para sus cultivos de ciclo corto. Estas comunidades indígenas desaparecieron tempranamente por el peso de las encomiendas de tabaco en la parte alta del llano y por los innumerables traslados a los que se vieron sometidas las comunidades indígenas. La parte baja del llano estaba ocupada por indígenas predominantemente recolectores y cazadores: Guahibos, Yaruros, Otomacos y Sálivas.

Después que se retiraban las aguas aprovechaban la fertilidad aluvial para sus cultivos de ciclo corto. Estas comunidades indígenas desaparecieron tempranamente por el peso de las encomiendas de tabaco en la parte alta del llano y por los innumerables traslados a los que se vieron sometidas las comunidades indígenas. La parte baja del llano estaba ocupada por indígenas predominantemente recolectores y cazadores: Guahibos, Yaruros, Otomacos y Sálivas.

Los pescadores y cazadores se asentaban en tiempo de sequías en rancherías a orillas de los ríos y caños que proporcionaban abundante pescado, babas, galápagos y en las sabanas cazaban lapas , venados, picures y dantas que las complementaban con frutos silvestres como: changuango, chiga y querebere. Construían rancherías temporales sencillas y dormían generalmente cubiertos de arena para protegerse de la plaga.Al inundarse el llano los indígenas se mudaban a las partes altas: médanos, bancos o a las copas de los árboles, donde hacían viviendas colectivas o individuales y se producía un repliegue alrededor de los grupos habitacionales.

Los horticultores se concentraban al pié de la cordillera, donde aprovechaban intensamente el conuco de maíz, yuca y granos y construyeron importantes obras de ingeniería agrícola como calzadas y campos elevados, para aprovechar las sabanas inundadas de los llanos. El trabajo de campo con los Yaruros o Pumé que aún sobreviven en el espacio llanero, nos ha permitido reconstruir parte de sus representaciones simbólicas y comprender su intuición primordial del mundo. El universo mítico simbólico de los Pumé está marcado por la presencia de Kuma - Ñi (la luna), Poaná (la serpiente) y Kiberoh (el dueño de las tinieblas), a partir de estas constelaciones simbólicas se enfrentan al tiempo, a la muerte, al bestiario, a la tiniebla y a la caída primordial.Los chamanes sostienen ese régimen imaginario a través de las visiones. Su actividad es nocturna y por medio del canto reactivan las fuerzas religiosas y telúricas.Durante el día, no se puede cantar ni recordar las canciones. Al chaman no se le reconoce poderes especiales para revelar o curar, sino que es un simple vehículo para que las deidades o los parientes muertos puedan visitar a los Pumé.

El único poder que les reconocen es su habilidad para lograr que su alma abandone el cuerpo y viaje al mundo de Kuma. El chaman inicia sus canciones con voz muy débil lo cual contrasta notablemente con lo violento y fuerte del canto cuando los espíritus entran en posesión de su cuerpo. La presencia de Kuma, la luna espanta cualquier temor ante la muerte , ella es al mismo tiempo vida y muerte, ser y no ser, herida y consuelo, claridad y oscuridad, promesa a través de las tinieblas. Una verdadera lección dialéctica : donde la catástrofe, la muerte o la mutilación no es definitiva. La vida se puede regenerar en el reino de Kuma. No hay un estado de perfección inmutable, sino una vida en constante movimiento, donde es tan esencial vivir como morir. Los Pumé duermen de día y recorren el mundo de noche como Kuma. Las mujeres también ejercen funciones chamánicas, a través de India Rosa, una divinidad inferior de reciente data. En todas estas ceremonias iniciáticas se repite el drama temporal y sagrado, donde el tiempo es dominado por el ritmo de la repetición. La iniciación es más que un bautizo , un compromiso, un hechizo que contempla más fases lentas que parecen seguir muy de cerca el esquema lunar.

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